Por qué hay más obesidad en mujeres que en hombres

A nivel internacional, las tasas de obesidad son más altas en mujeres que en hombres. Existen varios factores que aumentan las probabilidades de obesidad en el sexo femenino: la fisiología de las mujeres y su propensión natural a la acumulación de grasa, nivel socioeconómico, aspectos emocionales y estilo de vida

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Muchas veces, el mismo rechazo que sienten hacia su obesidad, los lleva a desahogarse comiendo Crédito: Shutterstock

Las estadísticas no mienten: aproximadamente 78 millones de adultos mayores de 20 años (37,5 millones de hombres y 40,6 millones de mujeres) y 12,5 millones de niños y adolescentes (5,5 millones de niños y 7 millones de niñas) en los Estados Unidos son obesos. De tal modo que no es ninguna exageración decir que la obesidad ha alcanzado números alarmantes a nivel mundial,  probable las investigaciones anteriores hayan subestimado el impacto de la obesidad en la mortalidad en Estados Unidos. A nivel internacional, las tasas de obesidad son más altas en mujeres que en hombres; si bien existen varios factores uno de los principales se relaciona con el porcentaje de grasa corporal en las mujeres.

De acuerdo con un estudio publicado en American Journal of Public Health, la obesidad parece tener un efecto particularmente fuerte en las mujeres. con un 26,8% de las muertes asociadas con un IMC de 25 kg o más. Además, en el 21,7% de las muertes se asociaron con sobrepeso u obesidad. Entre los hombres negros, el 5,0% de las muertes se asociaron con el sobrepeso o la obesidad, y entre los hombres blancos, el 15,6%. Los datos también demostraron que la obesidad es un problema que se relaciona activamente con el estilo de vida de la sociedad moderna, ya que cuanto más reciente es el año de nacimiento, mayor efecto tiene la obesidad en las tasas de mortalidad.

Lo cierto es que en casi todos los países, las mujeres tienen más probabilidades de ser obesas que los hombres. Lo primero que tenemos que decir es que existen muchos factores que se relacionan con tasas más altas de obesidad en la población femenina. Entre los aspectos principales vale la pena destacar se encuentra la predisposición biológica de las mujeres, es decir de manera natural están diseñadas para acumular más grasa corporal y menos masa muscular. Lo cual se relaciona directamente con la preparación fisiológica que requiere el cuerpo para el embarazo y la lactancia, además son etapas de la vida en las que las necesidades energéticas aumentan.

Otro de los factores más relevantes, es el estilo de vida y alimentación. De tal modo que las mujeres que vivan de manera sedentaria y sigan una dieta poco balanceada con un alto consumo de azúcares refinados y grasas: serán más propensas a subir de peso. Cabe mencionar que de acuerdo con diferentes trabajos de investigación, en la mayoría de los casos la calidad de la alimentación se asocia con el nivel socioeconómico. Es bien sabido que en zonas pobres, la comunidad tiende a adoptar un estilo de vida con un alto contenido en grasas saturadas, carbohidratos y azúcares, normalmente son alimentos que están mucho más disponibles y por supuesto, tienen un menor costo.

Aunque la clase socioeconómica y la prevalencia de la obesidad se correlacionan negativamente en la mayoría de los países industrializados, incluido Estados Unidos, esta correlación se invierte claramente en muchas áreas relativamente subdesarrolladas, como China, Malasia, partes de América del Sur y África subsahariana.

También, los expertos coinciden en que las mujeres son más propensas al estrés y a la ansiedad por comer. Este fenómeno es conocido como “alimentación emocional” y se caracteriza por un excesivo consumo de alimentos de alto valor calórico.

De modo general es importante mencionar que la obesidad es una enfermedad cosmopolita que afecta a todas las razas en todo el mundo. Si bien por cuestiones fisiológicas y psicológicas, en muchas ocasiones las mujeres presentan una mayor predisposición; vale la pena mencionar que ciertos grupos étnicos y raciales parecen estar particularmente predispuestos. Por ejemplo: los indios Pima de Arizona y otros grupos étnicos nativos de América del Norte tienen una prevalencia particularmente alta de obesidad. Además, los habitantes de las islas del Pacífico, los afroamericanos y las poblaciones hispanas (de origen mexicano o puertorriqueño) en América del Norte también tienen una predisposición particularmente alta al desarrollo de la obesidad.

Las tendencias seculares enfatizan claramente la importancia de los factores ambientales (particularmente los problemas dietéticos) en el desarrollo de la obesidad. Otro de los hallazgos que llamó mucho la atención en dicho trabajo de investigación, es que en muchas cohortes genéticamente similares de grupos étnicos y raciales de alto riesgo, la prevalencia de la obesidad en sus países de origen es baja pero aumenta considerablemente cuando los miembros de estos grupos emigran a los países ricos del hemisferio norte, donde alteran sus hábitos alimentarios y ocupaciones.

Con base en ello no resulta sorprendente sacar a la luz algunos datos bastante relevantes, sobre la comunidad latina que radica en los Estados Unidos. Se sabe que la población hispana ocupa el segundo lugar en la lista entre las tasas más altas de obesidad en el mundo: más del 60% de los hispanos tienen sobrepeso o son obesos, de hecho de este porcentaje se sabe que más de la mitad son obesos, para ser precisos un poco más del 36%.

Otro factor que no podemos dejar de mencionar, es el incremento en los casos de obesidad infantil. Se ha comprobado que los niños, especialmente los adolescentes, que son obesos tienen una alta probabilidad de convertirse en adultos obesos. El riesgo es completamente similar en niños y niñas, aunque existen algunas peculiaridades que podrían jugar en contra de las mujeres. De hecho, el estudio comprobó que la obesidad adolescente presenta un riesgo grave de obesidad severa durante la edad adulta temprana, particularmente en mujeres negras no hispanas. Esto requiere un mayor énfasis en la reducción de peso durante la adolescencia temprana, dirigiéndose específicamente a los grupos de mayor riesgo.

Finalmente este tipo de estudios son de gran utilidad para establecer nuevas estrategias de prevención y manejo de los casos de obesidad en el mundo. Recordemos que la obesidad es uno de los principales detonantes de otras afecciones de salud crónicas, incrementa activamente el riesgo de desarrollar síndrome metabólico, diabetes, afecciones cardiovasculares, hipertensión, colesterol y triglicéridos altos, trastornos del sueño y depresión.

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