Composiciones – Homero Pumarol

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© Luis Reynaldo Pérez

Compartimos la serie Composiciones de Homero Pumarol (Santo Domingo, 1971) y que forma parte de Cuartel Babilonia (Santo Domingo: Edición de autor, 2000).

 

Composición 1

Primero coloca los zapatos
en la parte baja del armario,
luego cuelga la chaqueta verde
en el perchero.

Por la blusa blanca de tirantes
suben los lunares rebosando los hombros.
tira de ella con los brazos cruzados,
arriba y afuera.

La mano izquierda zafa
el broche del brassier,
la derecha se aferra a la cintura.

Entonces sale de la falda verde
un chorro de un vaso de cerveza.

Composición 2

El abanico es un panal de avispas.
El libro junto a la cama, una tumba.

Pero cuánto más profundo
no es ese silencio
que la noche no encuentra
cuando ella cierra los ojos.

Composición 3

La anciana negra que sale del ascensor
entornando los ojos,
sostenida por los brazos robustos
de la mulata robusta que podría ser su nieta,
lleva el pie izquierdo colgando del tobillo
lleno de polvo, costras y llagas
como la cabeza de una gallina muerta.

Agotada por el tremendo esfuerzo
cierra los ojos mientras alisa los bordes del vestido.

Le han traído una silla de ruedas,
y ella se deja caer con una sonrisa
estúpida y supersticiosa
como un saco de maíz en una carretilla.

Composición 4

No había nada más al norte que tú,
al fin te habías suspendido
firme sobre los tobillos,
habías trepado como un gato
desde las mismas raíces de la tierra,
escogiendo las ramas más fuertes,
evitando las secas,
buscando el lugar preciso,
El apropiado silencio.
Al fin estirabas el cuerpo…

Fue una verdadera lástima
que de pronto el viento trajera esas nubes.

Composición 5

El muchacho obeso de rasgos asiáticos
que vive arriba en el tercero
lee una revista recostado de un carro
en el estacionamiento,
solo lleva sandalias y pantalones cortos,
el sudor le corre por la barriga y la frente.

Cuando paso a su lado levanta los codos
y se vuelve a saludar.
Tiene siempre el detalle de saludar
aunque uno esté muy borracho,
sobre todo cuando uno está muy borracho.

Y bajo todas las luces apagadas
de este barrio de mierda,
de esta ciudad de mierda,
a él le basta con los ojos
y con la sonrisa que le parte la cara.

Composición 6

Como la cabeza achicharrada
del fósforo entre las colillas,
sobre la tibia ceniza del cenicero,
con su débil torre de humo
y su pequeño resplandor amarillo,
hay un hombre sentado entre los árboles,
sobre los arrecifes.

Composición 7

Cuando se precipita por las chimeneas
dispuesto a llenar el cielo
de chorros amanerados,
el humo lechoso hace estirar el cuello
de toda la industria.

Los trazos pueden verse claramente
en el lomo desnudo del Ozama
que embarrado de aceite como un mecánico
tras escuchar la sirena de las seis en punto
corre a todo dar a emborracharse.

Composición 8

El ojo histérico en el cuarto vacío,
media hora en vigilia ha sido demasiado;
las paredes, los rincones
forrados por sombras,
charcos en la memoria
de la pobre luz que grita,
da un último salto
sin siquiera romper los cristales
y se ahoga.

Composición 9

El muchacho de Gazcue que camina borracho
por la Zona Universitaria a las tres de la mañana
de pronto es asaltado por un par de policías
por la sencilla razón de caminar borracho
por la zona universitaria a las tres de la mañana.

El muchacho al que solo le quitan
cincuenta pesos de uno de los bolsillos,
una cartera vacía, cigarros, unas llaves y un encendedor.

El muchacho que no encontró a nadie
que lo llevara de vuelta a casa
y que decidió regresar caminando
aunque el trecho es largo y oscuro,
porque a pesar de todo la ciudad
por todos lados es larga y oscura
y porque a pesar de todo le gusta
tambalearse solo en la oscuridad
donde no necesita cigarros, ni llaves,
ni cincuenta pesos,
Ni cartera, ni sobriedad, ni documentos,
ni nada más que las piernas que le mecen
y que a pesar de todo ahora no siente,
donde grita por encima del ojo roto
y por encima de los cristales rotos en el ojo roto,
y por encima de las dos heridas en la cara y en la espalda rota:
INFELICES.

Composición 10

Un anciano, un perro y un bastón
vienen por la calzada del malecón
bajo los almendros de Güibia
como una mano de tres dedos.
Al fondo unos muchachos bajan
de las olas en tablas de colores.

Debajo del semáforo un policía
trata de contener el tránsito
girando desesperadamente sobre los talones
como un muñequito en una caja de música,
sudando como el diablo.

Es lunes o jueves o cualquier otra cosa,
la vaina es que nadie le dijo
al hijo de la gran puta
del chofer de la patana
que se montara en la acera.

Composición 11
(A propósito de un dibujo de Jean Cocteau. Opio)

La mano deja en el cenicero
el dedo que saca de la boca,
limpia las puntas del bigote
con índice y pulgar,
luego se recoge como un revólver
y amenaza al espejo.
…y viendo que todo sigue en orden
la mano ahora es solo una mano
con un dedo rojo entre los dedos,
un sexto dedo que traza
la quinta raya en la pared.

Composición 12

La noche envolvió el mar en silencio,
como la neblina esta calle,
tomando primero la esquina con cautela.

Composición 13

Esta voz es un lugar
donde me quedo a escuchar
cómo tropieza el viento
con rincones, objetos y aristas,
cerrando puertas y ventanas,
abriendo pequeños remolinos;
un lugar definitivamente en la noche,
donde me muevo como una mecedora
cuando en la casa no hay nadie.

Composición 14

Cuando fumo en la ventana
la noche lo ocupa todo,
incluso el humo del cigarro,
incluso todo lo lejano,
y en todo el barrio de la clase media
no se escucha nada,
ni hay una sola luz encendida
y las casas que duermen en la calle
parecen cafeteras al final de una barra.
Composición 15

La primer vez que leí The River-Merchants Wife
creí que lo había escrito el propio Pound.
«He´s sure a great deal of a poet», I thought.
Luego supe que era una traducción
bastante libre del poema de Li Po.

Hay en el libro un retrato
en el que un borracho
sostiene al poeta chino por los hombros.
Hay algo descompuesto en el rostro
triste y alegre del poeta,
oculto al fondo de los ojos
como al fondo del vocablo Personae.

Composición 16

El éxodo ocurre en desorden,
a toda prisa
y hacia cualquier otra noche.

Las grandes puertas de la ciudad,
las pretenciosas fachadas de piedra
que resistieron dictaduras e invasiones
han quedado atrás, reducidas a granos de maíz
o migajas de pan viejo.

Pronto solo se escuchará
el aleteo de los pájaros.

Composición 17

Un viejo zapato en el borde
de un contenedor de basura
debajo de un puente,
donde hombres y perros y pájaros negros
revuelven el hedor y las moscas
hasta conseguir de una cabeza
podrida de cerdo cada cual su tajada,
es lo mismo que la teta de una puta
en la boca del congreso.

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